De la misma manera que el salvaje, ignorante de las leyes físicas del universo, considera
los sucesos como carecientes de causa y como milagros las operaciones de las leyes físicas, un gran número de hombres, desconocedores de las leyes mentales y morales, consideran los acontecimientos mentales y morales como sin causa y los miran cual resultado de las leyes desconocidas o como buena o mala “suerte” Cuando surge por primera vez en el horizonte del pensamiento humano la idea de una ley intransgredible e inmutable, en el reino hasta entonces vagamente atribuido al azar, aparece en tal instante un sentimiento de impotencia, como de parálisis mental y moral. El hombre se siente sujeto por la férrea mano de un destino inflexible y el “kismet” del resignado musulmán parece ser la única forma filosófica posible.
Annie Besant . La sabiduría antigua .