Preséntate, con la misma segundad, a la región divina y la virtud que va unida

al arca santa hará que se te abran las puertas eternas y que desciendan sobre ti chorros de esas influencias vivificantes de las que se llenan para siempre las moradas de la luz. Este arca santa será el primer receptáculo y hará que disfrutes de las promesas destinadas a los que hayan hecho un uso decidido de la medicina de amargura, del que depende nuestra renovación universal. Se convertirá en el órgano de los oráculos sagrados y bastará con que te pongas en su presencia para que ios oigas, pues la voz de nuestro Dios es una voz viva, que no se interrumpe a partir del momento en que haya comenzado, y los sonidos de esta voz sólo pretenden llenar toda la universalidad con su dulzura encantadora y tan sin igual que no podemos concebirla mientras no haya adquirido por completo todo nuestro ser una sustancia nueva y no se haya transformado en todas sus partes en una especie de eco Divino.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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