Si la fe es en realidad el hombre nuevo, la humildad es, sin duda alguna,

su alimento. Además, ¿no es en la humildad y en el santo temor donde se encuen- tra a Dios, se conocen sus secretos y se puede aprender a servirse de ellos con utilidad? ¿O qué podemos hacer mientras no sintamos físicamente a Dios en nosotros? Por eso es por lo que el reparador no dejaba de decir a los judíos: «que él no podía hacer nada por sí mismo, que sólo juzgaba según lo que oía; pero que su opinión era justa, ya que no buscaba su propia voluntad, sino la voluntad de su padre que lo había enviado». Por eso es por lo que, además, no dejaba de darles las razones de su poca fe y de reprocharles que no se basasen en verdaderos testimonios y que sacasen toda su gloria de los hombres: ¿ Cómo podríais creer vosotros, que buscáis la gloría que os dais unos a otros y no os preocupáis por la que viene únicamente de Dios? (Juan 5: 44).

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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