ALEJANDRO MAGNO CONOCIÓ A DIÓGENES, un mendigo que solo poseía una lámpara y la mantenía

encendida día y noche. Desde luego, actuaba de una forma extraña, y Alejandro le preguntó: —¿Por qué tienes la lámpara encendida durante el día? Diógenes alzó la lámpara, miró a Alejandro a la cara y le dijo: —Busco al hombre auténtico de día y de noche, pero no lo encuentro. Alejandro se quedó asombrado al ver que un simple mendigo le decía semejante cosa a él, el conquistador del mundo, pero también comprendió la belleza de la desnudez de Diógenes. Sus ojos eran tan silenciosos, sus palabras poseían tal autoridad, su presencia era tan impresionante y a la vez tranquila que aunque Alejandro se sintió insultado no pudo reaccionar. La presencia de aquel hombre era tan imponente que el propio Alejandro parecía un mendigo a su lado. En su diario escribió lo siguiente: «He notado por primera vez en mi vida que la riqueza no tiene nada que ver con el dinero. He conocido a un hombre rico».

Osho . El libro del ego .

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