Los positivistas no perdonan medio de combatir al espiritismo en provecho de su religión. Sus
prelados soplan sin cesar las trompetas como si a su estrépito hubieran de caer los muros de la nueva Jericó; pero ni con sus singularísimas paradojas ni con sus deleznables ataques al espiritismo lograrán su propósito. Para muestra de estos ataques, basta entresacar de una reciente conferencia (21) el párrafo que sigue: “La exclusiva satisfacción del instinto religioso es incentivo de lujuria. Sacerdotes, frailes, monjas, santos, médiums, místicos y devotos han sido siempre famosos por sus concupiscencias”.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .