Si tengo una ambición en la infancia, ¿seré capaz de realizarla cuando crezca? Una ambición

infantil por lo general no es muy duradera, ¿verdad? Un niño pequeño quiere ser maquinista; o ve un avión que brillando cruza el cielo y desea ser piloto; o escucha a algún orador político y quiere ser como él, o ve a un sannyasi y decide convertirse también en uno. Una niña puede desear tener muchos hijos, o ser la esposa de un hombre rico y vivir en una casa grande, o puede aspirar a ser pintora, o a escribir poemas. Ahora bien, ¿se cumplirán los sueños de la infancia? ¿Y vale la pena que los sueños se cumplan? Buscar el cumplimiento de cualquier deseo, no importa cuál sea, trae siempre dolor. Tal vez ustedes no hayan advertido esto, pero lo verán cuando crezcan. El dolor es la sombra del deseo. Si anhelo ser rico o famoso, lucho por alcanzar mi meta desalojando del camino a otros y creando enemistad; y, aun cuando pueda lograr lo que deseo, tarde o temprano ocurre invariablemente algo. Caigo enfermo, o en la realización misma de mi deseo anhelo algo más; y siempre esta la muerte acechando a la vuelta de la esquina. La ambición, el deseo y la realización personal conducen inevitablemente a la frustración y al dolor. Pueden observar este proceso por sí mismos. Estudien a las personas mayores que los rodean, a los hombres famosos, a los que son grandes en la tierra, aquellos que se han adjudicado títulos a sí mismos y que tienen poder. Miren sus rostros; vean qué tristes, o qué gruesos y pomposos son. Sus rostros tienen líneas feas. Ellos no florecen en la bondad porque hay dolor en sus corazones. ¿No es posible vivir en este mundo sin tener ambiciones, siendo sencillamente lo que somos? Si comenzamos a comprender lo que somos sin tratar de cambiarlo, entonces experimentamos una transformación. Pienso que uno puede vivir en este mundo anónimamente, completamente desconocido, sin ser famoso, ambicioso, cruel. Uno puede vivir muy dichosamente cuando no le da importancia al yo y esto también es parte de la correcta educación. Todo el mundo adora el éxito. Uno escucha historias de como el muchacho pobre estudiaba por las noches y finalmente llegó a ser juez, o cómo empezó vendiendo periódicos y terminó siendo multimillonario. A ustedes los alimentan con la glorificación del éxito. Con el logro de un gran éxito hay también un gran dolor; pero casi todos estamos presos en el deseo de alcanzar el éxito, y el éxito es para nosotros mucho más importante que la comprensión y disolución del dolor.

Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .

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