Fuente divina, oh fuente divina, ¿qué es lo que hace tus planes tan amplios y

tu abundancia tan inagotable? Es esta santa analogía que te has dignado establecer entre el hombre y tú. Como tú nos has puesto inmediatamente debajo de ti, el río de tu vida fluye por nosotros, como si se viese arrastrado por el peso de sus aguas en la vertiente natural que tú mismo les has dado, al concedernos la existencia; como tú has dado a nuestro corazón la facultad de crecer a medida que se acumulan en él las aguas divinas, quieres hacer que baje hasta nosotros este río sagrado que es tan eterno como tú mismo, y tratas de dirigir hacia nosotros los cursos de estas aguas, porque sabes que el corazón del hombre es lo único que puede recibirlas en toda su medida, conservarlas en toda su eficacia virtual y emplearlas para esta fertilización y para esta vegetación universal que, desde antes de los siglos, era el deseo de tu ser y el objeto de tu existencia.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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