El hombre, o el espíritu, es el extracto activo de todas las fuerzas divinas, puesto
que Dios está vivo, y este extracto activo de las fuerzas de Dios, como ya hemos visto, es una palabra, puesto que Dios es la palabra eterna Pero Dios es santo, Dios es la eterna santidad que siempre se expresa por sí misma Por tanto, es preciso que el hombre, el espíntu o la palabra extraída de esta palabra eterna represente de forma activa su principio y que su existencia sea realmente la santidad pronunciada, de tal forma que Dios no produzca un solo ser fuera de su seno, sin hacer que se oiga fuera de él, únicamente por este acto, la palabra santo que se pronuncia eternamente en su centro divino.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .