Los primitivos se representan universalmente el poder mágico religioso como «ardiente» y lo expresan por

nombres cuyo significado literal es «calor», «quemadura», «muy caliente», etc. Por esta razón es, por otra parte, por la que los magos y los hechiceros beben agua salada o aderezada con pimienta, o comen plantas extremadamente picantes, a fin de aumentar así su «calor» interior. Los chamanes y hechiceros, «dueños del fuego», se tragan carbones encendidos, tocan hierros al rojo o andan sobre el fuego. Por otra parte, manifiestan una extraordinaria resistencia al frío: los chamanes de las regiones árticas, así como los ascetas del Himalaya, dan pruebas, gracias a su «calor mágico», de una resistencia que no puede concebir la imaginación. La verdadera significación del «calor mágico» y del «dominio del fuego» no es difícil de adivinar: estos poderes indican el acceso a un cierto estado extático o, en otros niveles culturales (la India, por ejemplo), a un estado no condicionado de perfecta libertad espiritual. El «dominio del fuego» y la insensibilidad tanto al frío extremo como a la temperatura de la brasa traducen en términos sensibles el hecho de que el chamán o el yogi han superado la condición humana y participan ya de la condición propia de los «espíritus».

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

Índice