No puedo ni deseo tratar el aspecto médico y fisiológico del vicio, sea el de
la promiscuidad o del matrimonio infeliz. En la actualidad el mejor servicio que puedo prestarles es indicarles las leyes que deben regir la vida de los hombres, especialmente en lo que concierne al sexo, y señalar hasta ¡donde puedo y me atrevo!, por qué y cómo se han producido las peculiares y singulares condiciones de hoy. Quizás pueda dar ciertas sugerencias que, debidamente consideradas, ayudarán a despejar de la mente esos puntos de vista falsos e ilusorios que impiden que el hombre vea realmente, lo cual puede ayudarlo a descubrir el hilo dorado de luz que a su debido tiempo lo conducirá a su solución. Una cosa diré por penosa que parezca y es, que no hay solución inmediata para el problema sexual que hoy nos enfrenta. Durante épocas los hombres han abusado y empleado incorrectamente una función otorgada por Dios; han prostituido su primogenitura, y por su relajamiento, libertinaje y su falta de control, han introducido una era de enfermedades, tanto mentales como físicas, actitudes incorrectas y relaciones ilusorias, que requerirán varios siglos eliminarlas; también han traído a la existencia con demasiada rapidez millares de seres humanos que aún no estaban preparados para experimentar esta encarnación, y necesitaban intervalos más extensos entre los nacimientos para asimilar ciertas experiencias. Las almas que no han evolucionado todavía encarnan rápidamente; las más evolucionadas requieren períodos más extensos para cosechar los frutos de la experiencia. Estas almas son las que pueden ser traídas prematuramente a la encarnación, porque están abiertas al poder atractivo magnético de quienes viven en el plano físico. El proceso está de acuerdo a la ley; las almas no evolucionadas progresan bajo la ley grupal, como lo hacen los animales, mientras que las que están algo más evolucionadas son susceptibles a la atracción de los entes humanos, y las ya evolucionadas vienen a la encarnación de acuerdo a la ley del servicio, y por deliberada elección de sus almas conscientes.
Alice A. Bailey . El Sexo .