«Nací en una familia bastante acomodada, y fui criado y educado con esmero. He estado

en diversos negocios y tengo dinero suficiente; ahora soy un hombre que está solo. Estuve casado, tuve dos hijos, y ambos, junto con mi esposa, murieron en un accidente automovilístico. Nunca he vuelto a casarme. Pienso que me gustaría comenzar por mi infancia. Desde el principio, como ocurre con cualquier otro niño en el mundo, pobre o rico, hubo una psique bien desarrollada y la habitual actividad egocéntrica. Es extraño, cuando uno mira hacia atrás, ver cómo eso comienza desde la más tierna infancia, esa posesiva continuidad mía como J. Smith. Pasé por la escuela, expandiéndome, agresivo, arrogante, aburrido; después vinieron el colegio y la universidad. Y como mi padre manejaba una buena empresa, entré en su compañía. Llegué a la cima, y cuando murieron mi esposa y mis hijos, empecé esta investigación. Como les sucede a todos los seres humanos, aquello fue una gran conmoción interna, un gran dolor la pérdida de los tres, los recuerdos relacionados con ellos. Y cuando el choque emocional que eso produjo desapareció, comencé a investigar, a leer, a interrogar, a viajar por diferentes partes del mundo, hablando sobre esta cuestión con algunos de los llamados líderes espirituales, los gurús. Leía muchísimo, pero jamás estaba satisfecho con lo que leía. Creo, por lo tanto, que debemos comenzar, si es que puedo sugerirlo, con el vivir real la formación cotidiana de mí cultivada y restringida mente. Yo soy eso. Vea, ésa ha sido mi vida. Mi vida nada tiene de excepcional. Probablemente podría considerárseme como perteneciente a la clase media alta, y por un tiempo eso resultó agradable, excitante, y otras veces aburrido, fatigoso y monótono. Pero la muerte de mi mujer y de mis hijos, de algún modo me sacó de eso. No me he vuelto morboso, pero necesito saber la verdad acerca de toda esta cuestión, si es que existe una verdad con respecto al vivir y al morir».

Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .

Índice