¿Cómo llegó el hombre a tener tanto conocimiento? ¿Cómo evolucionó materialmente? ¿De dónde saca tan
inmensas energías? “¿Cómo llegó el hombre a tener tanto conocimiento?” Eso es bastante sencillo. Uno sabe algo y lo transmite a sus hijos; ellos agregan un poco más y lo transmiten a sus hijos, y así sucesivamente a través de las edades. Acumulamos el conocimiento poco a poco. Nuestros bisabuelos no sabían nada sobre aviones a reacción y sobre las maravillas electrónicas de hoy; pero la curiosidad, la necesidad, la guerra, el miedo y la codicia, han producido, paso a paso, todo este conocimiento. Ahora bien, existe algo peculiar en relación con el conocimiento. Uno puede conocer muchísimo, acumular grandes depósitos de información; pero una mente nublada por el conocimiento, cargada de información, es incapaz de descubrir. Puede utilizar un descubrimiento mediante su información y su técnica, pero el descubrimiento es en sí mismo algo original que, de manera súbita, irrumpe en la mente prescindiendo del conocimiento; esta explosión del descubrimiento es lo esencial. Casi todos, especialmente en este país, están tan abrumados con el conocimiento, con la tradición, con las opiniones, con el temor a lo que dirán sus padres, o sus vecinos, que carecen por completo de confianza en sí mismos. Son como personas muertas y eso es lo que la carga del conocimiento le hace a la mente. El conocimiento es útil, pero sin alguna otra cosa es también muy destructivo, y esto lo demuestran en el presente todos los acontecimientos del mundo. Mire lo que está sucediendo en el mundo. Están todos estos inventos maravillosos; el radar que detecta el acercamiento de un avión cuando éste se encuentra todavía a muchas millas de distancia; los submarinos que, sumergidos, pueden recorrer todo el mundo sin subir a la superficie; el milagro de poder hablar desde Bombay a Benarés o Nueva York, etcétera. Todo esto es el resultado del conocimiento. Pero hay algo más que el hombre pasa por alto y, en consecuencia, emplea mal el conocimiento: hay guerras, destrucción, desdicha e incontables millones de personas pasan hambre. Tienen una sola comida por día, o aun menos y ustedes no conocen nada acerca de todo esto. Solamente conocen sus libros y sus insignificantes problemas y placeres en un rincón de Benarés, Delhi o Bombay. Vean, podemos tener muchísimos conocimientos, pero sin esa otra cosa por la cual el hombre vive y en la que hay júbilo, gloria, éxtasis, vamos a destruirnos a nosotros mismos. Materialmente es la misma cosa: el hombre ha evolucionado materialmente a través de un proceso gradual. ¿Y de dónde ha sacado tan enormes energías? Los grandes inventores, los exploradores y descubridores en todos los campos deben haber tenido energías inmensas; pero la mayoría de nosotros tiene muy poca energía, ¿no es así? Mientras somos jóvenes jugamos, nos divertimos, bailamos y cantamos; pero cuando pasan los años, esa energía pronto se destruye. ¿Lo han notado? Nos convertimos en cansadas amas de casa, o acudimos a la oficina durante horas interminables, día tras día, mes tras mes, sólo para ganarnos la subsistencia; es natural que así tengamos poca o ninguna energía. Si tuviéramos energía podríamos destruir esta corrupta sociedad, podríamos hacer cosas muy inquietantes; por lo tanto, la sociedad se encarga de que no tengamos energía para ello, y gradualmente nos ahoga mediante la “educación”, mediante la tradición, mediante eso que llamamos religión y cultura. Vean, la función de una educación verdadera es despertar nuestra energía y hacer que estalle, que tenga continuidad, fuerza, pasión, y, no obstante, que se restrinja espontáneamente usándose a sí misma en el descubrimiento de la realidad. Entonces esa energía se vuelve inmensa, ilimitada, y no causa más desdichas, sino que la propia energía es la creadora de una nueva sociedad. Escuchen lo que estoy diciendo, no lo ignoren, porque es realmente muy importante. No se limiten a asentir o disentir, sino descubran por sí mismos si lo que se está diciendo es verdadero. No sean indiferentes sean cálidos o fríos, no tibios. Si ven la verdad de todo esto y son realmente cálidos al respecto, si arden con ello, ese calor, esa energía crecerá y producirá una sociedad nueva. No se disipará en meras revueltas contra la sociedad actual, que son como decoraciones en los muros de una prisión. Nuestro problema, pues, especialmente en la educación, es cómo mantener la energía que tenemos, cualquiera que sea, dándole más vitalidad, una mayor fuerza explosiva. Esto va a requerir muchísima comprensión, porque los maestros mismos tienen generalmente muy poca energía; están abrumados con la mera información y se ahogan en sus propios problemas; por lo tanto, no pueden ayudar al estudiante para que éste pueda despertar su propia energía creativa. Es por eso que la comprensión de estas cosas concierne tanto a los maestros como a los estudiantes.
Jiddu Krishnamurti . El Proposito de la Educacion .