A medida que la aurora de las ciencias físicas fue acrecentándose en luz diurna, las
ciencias espirituales se sumergieron en cada vez más densas sombras, hasta el punto de negarlas muchos muy rotundamente. A los eminentes psicólogos de otras épocas se les tiene hoy por ignoprantes y supersticiosos, cuando no por saltimbanquis y prestidigitadores, pues el sol de la ciencia brilla en nuestros días con tal esplendor, que parece axiomático que los antiguos nada sabían y estaban envueltos en las brumas de la superstición. Pero olvidan sus detractores que el sol de nuestro tiempo será obscura noche en comparación del luminar futuro, uy que así como los científicos de nuestro siglo tildan de ignorantes a sus antepasados, tal vez sus descendientes digan de ellos que nada sabían.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .