Antes que puedas establecerte en el Dhyân Mârga y llamarlo tuyo, tiene que llegar
a ser tu alma como el mango maduro, tan dulce y suave como su dorada y brillante pulpa para los dolores ajenos, tan dura como el hueso del fruto para tus propios duelos e infortunios, oh conquistador de Felicidad y Miseria.
H.P. Blavatsky . La voz del silencio .