Si el hombre está muerto en todas su facultades, no puede producirse ni un solo
movimiento de su ser sin que se pronuncie en él esa palabra que ya hemos mencionado: Lázaro, levántate. Y, si el hombre quiere después aumentar su inteligencia, verá que no es sólo sobre él sobre quien el reparador profiere continuamente esta palabra, sino también sobre todo el universo y sobre todas las partes del universo, pues no hay en él nada que no esté sumido en las tinieblas de la muerte y que no tenga sufrimiento, según el pasaje de la epístola de San Pablo a los Romanos, 8, 19-23.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .