¿No es esencial el descontento? ¿No es para que se lo sofoque, sino para que
se lo estimule? para que se inquiera en él, se lo investigue, de modo tal que, con la comprensión de lo que es, advenga el contentamiento. Ese contentamiento no lo produce un sistema de pensamiento, sino que adviene con la comprensión de lo que es. Tal contentamiento no es un producto de la mente, de la mente perturbada, agitada, incompleta, que está buscando la paz, un modo de escapar de lo que es. Por eso la mente, mediante la justificación, la comparación, el juicio trata de alterar lo que es, y de ese modo espera llegar a un estado en el que no se verá perturbada, en el que podrá estar en paz, en el que habrá sosiego. Y cuando la mente es perturbada por las condiciones sociales, la pobreza, el hambre, la degradación, por la miseria más horrorosa, al ver todo eso, quiere cambiarlo, y se enreda en los modos de cambiarlo, en los sistemas. Pero si nuestra mente es capaz de considerar lo que es, sin comparar ni juzgar, sin el deseo de convertir lo que es en otra cosa, veremos que adviene una clase de contentamiento que no es de la mente. El contentamiento que es producto de la mente es un escape. Es estéril. Es algo muerto. Pero existe un contentamiento que no es de la mente, el cual surge cuando comprendemos lo que es, en ese contentamiento hay una revolución profunda que afecta a la sociedad y a la relación individual.
Jiddu Krishnamurti . El Libro de la Vida .