Entretanto gozan de toda dicha que pueden contener; su vaso es pequeño, pero está colmado
de felicidad, y su goce celeste se extiende a todo lo que pueden concebir. La pureza de esta existencia y su armonía obran sobre sus facultades embrionarias, que solicitan dulcemente su atención, y comienzan a sentir los primeros estremecimientos interiores, precursores indispensables de todo nacimiento.
Annie Besant . La sabiduría antigua .