Corazón del hombre, eres tú mismo el que es ese mar tormentoso y cubierto de

restos de todos los naufragios que han tenido los navegantes desde el principio. ¡Cuántas riquezas has engullido en tu seno! ¡Cuántos hombres de deseo han encontrado en ti su sepulcro, en vez de encontrar un refugio o un lugar de consuelo! ¡Cuántos animales voraces merodean continuamente por tus parajes, esperando su presa! Sí, mientras no ofrezcas al navio nada más que un elemento tan pérfido y un destino tan funesto, hará mejor quedándose fondeado que exponiéndose a una perdición segura.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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