Durante muchos siglos, los viajeros y primeros geólogos (hasta la época de Hutton, a final

del siglo XVIII) creían en la existencia del "fuego central de la Tierra" y que éste impulsaba la lava hacia el exterior, expulsándola violentamente por las bocas de los volcanes. La idea central de la concepción del Geocosmos de Kircher es la de que la Tierra es como un vasto organismo (el Macrocosmos), con una osamenta pétrea constituida por las cordilleras montañosas, con un núcleo central formado de fuego, y con grandes cavidades subterráneas por las que circula el fuego (los pirofilacios), otras por las que fluye el agua (los hidrofilacios), y otras por las que el viento sopla (los aerofilacios). Los textos siguientes, tomados sobre todo el libro II, capítulo XIX, son expresivos de su concepción original: "Para que tengamos unos nombres apropiados con que referirnos a ellos (se refiere a los receptáculos terrestres), llamaremos hidrofilacios a los receptáculos de agua; a los de fuego, pirofilacios; a los de aire, aerofilacios; y a los almacenes de mezcla de tierras, geofilacios, dándoles así el nombre apropiado, según sirvan para custodiar agua, fuego, aire o tierra. Y puestas estas nociones, vayamos a nuestro objetivo". (A. KIRCHER. Mundus Subterraneus, 1665, Libro II, capítulo XIX). [SIERRA, 1981: 65- 66]. Dicho esto, Kircher pasa a describir extensamente cada uno de los elementos que constituyen el Geocosmos. El primero de estos elementos es el conjunto de cavidades agrupadas bajo el epígrafe de hidrofilacios: "Acerca de los hidrofilacios constituidos en las entrañas de los montes más elevados y productores de fuentes, arroyos y lagos, ya hemos hablado bastante algo más arriba, en el capítulo VI, y en la segunda parte del Iter Exstaticus, cuando se refiere al mundo subterráneo, en el cual hicimos recensión de los ríos y lagos más célebres de los que se adorna el Geocosmos a modo de fimbrias y todos los cuales proceden de las mencionadas partes interiores de los montes. Ahora nos queda referirnos a los hidrofilacios que se llaman abismos, que no son los más próximos a la superficie, sino los que se esconden en las ciegas entrañas de la Tierra y han sido puestos allí por la naturaleza para fines especialmente importantes" (A. KIRCHER. Mundus Subterraneus, 1665, Libro II, capítulo XIX). [SIERRA, 1981: 66].

Athanasius Kircher . El Geocosmos .

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