Más adelante expone su definición sobre la materia, convencido por las manifestaciones presenciadas, según él
mismo afirma. Dice así: “Son ya tan numerosos los hechos sacados a la luz de la verdad, que de hoy más se ha de dilatar el campo de las ciencias naturales o se extenderá el de lo sobrenatural más allá de todo límite” (8). De las muchas obras escritas por los autores católicos y protestantes en contra del espiritismo, ningunas causaron tan tremeno efecto como las de De Mirville y Des Mousseaux (9) que constituyen una verdadera enciclopedia biográfica del diablo y sus retoños, para íntima delectación de los buenos católicos desde los tiempos medioevales. Según estos dos autores, “el espíritu maligno, embustero y asesino desde un principio, es el instigador de los fenómenos espiritstas, que después de haber presidido durante miles de años la teurgia pagana, ha reaparecido en nuestro siglo a favor del incremento de las herejías, de la incredulidad y del ateísmo”. La Academia francesa lanzó al oír esto un grito de indignación y Gasparín lo tuvo por insulto personal, diciendo: “Esto es una declaración de guerra, un llamamiento a las armas. La obra de De Mirville es un verdadero manifiesto. Me hubiera alegrado de ver en ella la expresión estricta de personales opiniones; pero es imposible, porque el éxito de la obra, las explícitas adhesiones recibidas por el autor, la reproducción de su tesis en los periódicos católicos, la solidaridad de los ultramontanos en esta materia, todo contribuye a dar a la obra el carácter de un acto y de una labor colectiva. Por consiguiente, me considero en el deber de recoger el guante e izar la bandera del protestantismo contra el estandarte ultramontano” (10). Como era de esperar, los médicos, asumiendo el papel de los coros griegos, asentían a cuantas reconvenciones se lanzaban contra los dos escritores demonólogos. La revista Anales Médico-Psicológicos, dirigida por Brierre de Boismont y Cerise, publicó un artículo en el que se leía el siguiente párrafo: “Dejando aparte las luchas políticas, jamás se había atrevido un escritor en nuestro país a tan agresivas acometividades contra el sentido común. Entre ruidosas carcajadas por una parte y encogimiento de hombros por otra, el autor se presenta resueltamente ante los miembros de la Academia para entregarles lo que modestamente titula: Memoria sobre el Diablo (11). No cabe duda de que esta Memoria era un punzante insulto a los académicos, ya acostumbrados desde 1850 a excesivas humillaciones. ¡Peregrina idea fue llamar la atención de los inmortales sobre las travesuras del diablo! Juraron vengarse unánimemente forjando una hipótesis que aventajase, en lo absurda, a la misma demonología de De Mirville. Dos médicos famosos, Royer y Jobart de Lamballe, presentaron al Instituto un alemán cuyas habilidades daban la clave de los fenómenos psíquicos. A este propósito dice De Mirville: “Nos sonroja decir que todo el fraude consistía en la dislocación de uno de los tendones de la pierna, según se demostró ante el Instituto de Francia en pleno, cuyos miembros agradecieron tan interesante comunicación, y pocos días después un catedrático de la Facultad de Medicina daba públicas seguridades (12) de que, puesto que los académicos habían expuesto su opinión, ya estaba descubierto el misterio (13). Pero estas científicas explicaciones no entorpecían el curso de los fenómenos psíquicos ni embarazaban la pluma de los dos escritores católicos en la exposición de sus ortodoxas teorías demonológicas. Des Mousseaux dijo que la Iglesia nada tenía que ver con sus libros, y al propio tiempo presentaba a la Academia un trabajo (14) del que entresacamos el siguiente párrafo: “El diablo es la principal columna de la fe. Su historia está íntimamente relacionada con la de la Iglesia y seguramente no hubiese caído el hombre sin las sugestivas palabras que pronunció por boca de su medianera la serpiente. De modo que a no ser por el diablo, el Salvador, el Redentor, el Crucificado, hubiese sido un ente ridículo y la cruz un agravio al sentido común”.
H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .