He oído acerca de una pareja. Estaban muy enamorados y ambos eran espiritualistas. Creían en

la Ciencia Cristiana. Un día, hablando entre ellos de la muerte y temas profundos como ése, decidieron que, si moría uno de ellos, tenía que ponerse en contacto con el otro pasados treinta días de la muerte, y el otro estaría abierto, receptivo y llamaría en ese trigésimo día a una hora concreta. Y sucedió que el hombre murió en un accidente de coche. La mujer estuvo esperando ansiosamente. Llegó el día trigésimo, llegó la hora exacta. Cerró las puertas, apagó la luz y preguntó: «John, ¿estás ahí?», medio creyendo, medio no creyendo. Pero no pudo creerlo cuando oyó la voz de John. John dijo: «Sí, cariño. Estoy aquí.» La mujer preguntó: «¿Qué tal estás? ¿Eres feliz ahí?» Y él dijo: «Soy muy, muy feliz. Mira esta vaca: qué bella es.» «¿Vaca?», dijo ella. «¿De qué estás hablando?» «Sí», dijo él, «una vaca preciosa. Menudas tetas tan grandes, menudo cuerpo joven y bonito, menudas proporciones...». La mujer dijo: «¿Te has vuelto loco? ¡Me muero de ganas de que me cuentes algo más del cielo y tú sólo hablas de una estúpida vaca!» Y él dijo: «¿De qué cielo estás hablando? ¡Me he convertido en un toro en Koregaon Park, Puna*!».

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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