Efectivamente, podemos morir en nuestras obras si llevamos nuestros pen- samientos falsos y nuestros deseos
criminales hasta su consumación; podemos morir en nuestras voluntades corrompidas, si se unen a los planes desordena- dos que pueden adoptar nuestros pensamientos, aunque no lleguemos a reali- zarlos en nuestras obras. Finalmente, podríamos morir en nuestros pensamien- tos si los dejásemos que se llenasen de cuadros contrarios a la verdad y a la gloria del espíritu, aunque no los adoptásemos en nuestras voluntades y aun- que no dejásemos que se transformasen en actos.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .