A casi todos se nos ha enseñado a creer en el concepto bíblico de "la

caída del hombre", pero pocos son hoy los que creen en este relato tal como aparece en el tercer capitulo del Génesis, y para la mayoría es una interpretación alegórica. ¿Qué oculta verdad subyace en esa curiosa historia? Sencillamente, que la verdad acerca del descenso del espí¬ritu en la materia, le es impartida a la infantil mentalidad del hombre por medio de un cuadro simbólico. La conver¬gencia de las tres líneas supone un doble proceso. Por una parte, tenemos el descenso de la entidad, la vida central, a la materia, y la encarnación del espíritu; por otra, el ascenso fuera de la materia de esa vida o espíritu, más todo lo adqui-rido mediante la utilización de la forma. Experimentar la materia, morar en la forma, energetizar la sustancia, aban¬donar el Jardín del Edén (donde no hay lugar para el nece-sario desenvolvimiento) y el deambular del Hijo Pródigo en un país lejano, constituyen las distintas etapas representadas en la Biblia cristiana, donde el hombre descubre que él no es la forma, sino la entidad que la utiliza. Es inteligencia y, por lo tanto, está hecho a imagen de la tercera Persona de la Trinidad; es amor, y en él se manifestará algún día per-fectamente el aspecto amor de la Deidad, y podrá exclamar con su hermano mayor el Cristo, en respuesta a la demanda: "Señor, muéstranos al Padre", y así "el que me ha visto a mí, ha visto al Padre", porque Dios es amor y, finalmente, por medio del hombre se manifestará el superior aspecto de la voluntad de Dios, y será entonces perfecto como perfecto es Su Padre en los cielos.

Alice A. Bailey . La Conciencia del Átomo .

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