Naces con una capacidad para aprender el lenguaje, pero no naces con el lenguaje mismo.
De la misma manera, naces con la capacidad de amar, pero no naces con el arte del amor. Ese arte del amor tiene que ser enseñado, tiene que ser embebido. Y está sucediendo justo lo contrario: te han enseñado el arte del odio y el rencor, no del amor. Te han enseñado a odiar a la gente. A los cristianos se les ha enseñado a odiar a los mahometanos, a los mahometanos se les ha enseñado a odiar a los hindúes, a los indios se les ha enseñado a odiar a los pakistaníes. Se ha enseñado el odio de muchas maneras. Al hombre se le ha enseñado a odiar a la mujer, a la mujer le han enseñado a odiar al hombre, y ahora de pronto un día decides casarte, y te casas —¡con tu enemigo!—, y entonces comienza todo el barullo. Entonces la vida se vuelve una pesadilla. Estás aburrido de tu mujer porque no sabes cómo entrar en su alma. Puede que seas capaz de entrar en su cuerpo, pero eso se va a volver aburrido muy pronto, porque ésa será la repetición. El cuerpo es una cosa muy superficial. Puedes hacerle el amor al cuerpo una vez, dos veces, tres veces, y entonces conoces perfectamente el cuerpo, sus contornos. Entonces no hay nada nuevo. Entonces empiezas a interesarte en otras mujeres: piensas que deben de tener algo diferente a tu mujer; al menos debajo de la ropa parecen tener algo diferente. Aún puedes fantasear con ellas. La ropa se ha inventado para ayudar a tu deseo sexual. Una mujer desnuda no deja nada para tu fantasía. Por eso las mujeres desnudas no son atractivas, ni tampoco los hombres desnudos. Pero cuando una mujer o un hombre está oculto bajo la ropa, dejan mucho para tu fantasía. Puedes fantasear sobre lo que hay debajo, puedes volver a imaginar. Ya no puedes fantasear acerca de tu mujer, ése es el problema. Puedes imaginar a la mujer de tu vecino; parece atractiva.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .