Detrás de los resultados de los conceptos erróneos, largo tiempo sostenidos durante épocas sobre la

función sexual, residen dos males principales, o más bien dos efectos producidos por la acción mental y física del hombre, que son de gran significación. Ante todo tenemos el desarrollo en su conciencia, de los complejos, psicosis, desarreglos e inhibiciones sicológicas que han socavado tan seriamente la salud y la tranquilidad de centenares y miles de personas. También está amenazada la vida misma de la humanidad, personificada en la familia y la vida familiar. Por un lado tenemos la promiscuidad y la excesiva relación sexual, que da por resultado (como siempre lo ha hecho) una excesiva población y superproducción de seres humanos; por otro lado una forzada esterilidad que -aunque sea el menor de los males- con el tiempo es peligroso. La esterilidad aumenta con rapidez y lleva finalmente a condiciones físicas indeseables. Sin embargo, en esta época, es el menor de los males. Dos puntos pueden incidentalmente observarse aquí. Del primero de estos males y como resultado de la superproducción, hemos provocado una situación económica tan drástica y seria que amenaza la paz y la estabilidad misma del mundo; debido al segundo, tendremos la desaparición gradual de la humanidad, si la obligatoriedad de la esterilidad llegara a ser una práctica universal. Esto conduciría al consiguiente dominio del reino animal, a un enorme aumento de la vida animal y a un período de retroceso, no de progreso. Al tratar este tema tendré que generalizar y lógicamente serán muchas las excepciones a las reglas formuladas y a las clasificaciones sugeridas. Estoy tratando el tema en su totalidad, y mi tópico, por lo tanto, se refiere a la amenaza de la actual actitud, a la necesidad de una mayor comprensión y a la importancia de reordenar las ideas de los hombres respecto a este asunto vital. La actitud que adopta el salvaje ignorante hacia la vida sexual, y la del iniciado, mentalmente polarizado y espiritualmente orientado en este tema, serán tan distintas, que superficialmente no habrá punto alguno de similitud; sin embargo, ambas actitudes fundamentalmente son muy similares y se acercan más a la realidad que la del hombre común de hoy. Uno está controlado por el ritmo de su naturaleza animal y desconoce, como el animal salvaje, el mal y la vil promiscuidad del hombre civilizado; el otro vive una vida controlada, regido por el poder de la mente y animado por el deseo de hacer bien a la humanidad. Entre los dos extremos existen los diversos puntos de vista, el sin fin de ideas distintas, las innumerables costumbres, la diversidad de las relaciones (legítimas e ilegítimas), las incontables reacciones animales y sicológicas, las diversas ceremonias nupciales y la gran variedad de perversiones del proceso natural que caracteriza al hombre moderno en todas partes del mundo. Estas a su vez varían en las diversas civilizaciones y bajo la influencia de las distintas condiciones climáticas. Por lo tanto se evidencia -¿no es así.?- que no es parte de mi servicio dar a los lectores de este libro un detallado análisis de las costumbres matrimoniales de las épocas pasadas y presentes. Mi trabajo no consiste en detallar los errores, las malas consecuencias, los diversos tipos de perversión y las sádicas crueldades que han surgido por el abuso que el hombre ha hecho del proceso natural y de su cónyuge, ni dilucidar su estúpida y errónea interpretación de la Ley de Atracción y Repulsión. No tendría valor alguno que expusiera en la breve dilucidación de este tema tan vasto, cualquiera de las teorías que los hombres han formulado en la búsqueda de soluciones que son legión. Todas contienen una medida de la verdad. La mayoría expresa la profunda ignorancia del hombre y puede estudiarlas en cualquier momento el estudiante que dispone de tiempo para leer, inteligencia para ver con claridad y sin prejuicios, y dinero para comprar la literatura necesaria.

Alice A. Bailey . El Sexo .

Índice