¡Cuán gozosos y felices seríais si desearais adorar en este santuario, ante este altar y

poner en olvido todos los demás! Ayer pensé por un momento que había perdido a mi Maestro, y no me era posible respirar ni moverme; todas las puertas y ventanas de mi templo estaban cerradas, y yo me hallaba en tinieblas. Hube de esforzarme en abrirlas y buscar al Maestro. Cuando le encontré y sentí la realidad de Su presencia, entonces todo volvió a ser de pronto paz, luz y gozo. Tras las nubes, la lluvia y la tempestad aparece un rayo de sol, y la Naturaleza toda estalla al encuentro de este rayo. Así me sucedió a mí ayer.

Jiddu Krishnamurti . El Reino de la Felicidad .

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