Las posiciones respectivas del sol, la tierra y la luna cambian continuamente, y la fase

de luna nueva coincide siempre con variaciones atmosféricas, aparte de que las tempestades pudieron muy bien sugerir la idea de una lucha entre el sol y la tierra, sobre todo cuando aquél está oculto por rugientes nubes. Además, la luna no brilla en su fase de nueva, porque el hemisferio visible desde la tierra no está iluminado por el sol; pero después de la reconciliación, va mostrándose gradualmente iluminado el disco de la luna, y de aquí que los astrólogos caldeos y los magos de Tesalia, cuyo conocimiento del curso de los astros igualaba al de cualquier astrónomo moderno, se esforzaran en aplacar las iras de la luna y moverla a mostrar de nuevo su semblante, después de haber recibido la “radiante sonrisa” de su madre la tierra, cuando a su vez se refleja la luz del sol en la luna. Por esto decía la fábula que tan luego como Diana se ciñe el creciente, se marcha otra vez a cazar a la montaña.

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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