Cuando uno ve verdaderamente, no de manera teórica ni verbal, que la acción del deseo
es corrupta, que está deformada, esa percepción misma es el principio de la inteligencia que da origen a una acción por completo diferente. O sea, ver lo falso como falso, ver la verdad en lo falso, y ver la verdad como verdad. Una percepción semejante es esa calidad de inteligencia que no es ‘mía’ ni de ‘nadie’ en particular, la cual, entonces, actúa. Esa acción está libre de distorsiones, de remordimientos. No deja ninguna huella, ninguna pisada en las arenas del tiempo. Esa inteligencia no puede existir a menos que haya una gran compasión, un gran amor. Y no puede haber compasión si las actividades del pensamiento están ancladas en alguna ideología o fe particular, o atadas a un símbolo o a una persona. Para que haya compasión tiene que haber libertad. Y donde existe esa llama, la llama misma es el movimiento de la inteligencia.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .