Muchas veces este concepto de la vanidad de las cosas terrenas y celestes ilumina un
instante, a modo de relámpago fugaz, la conciencia del hombre. Luego los mundos exteriores afirman nuevamente su imperio, y la caricia engaladora de sus goces ilusorios mece al alma contentándola por un momento. Muchas vidas han de pasarse llenas de nobles trabajos, de desinteresadas empresas, de puros pensamientos, de acciones sublimes, antes de que el sentimiento de aniquilación de toda cosa fenomenal llegue a ser la actitud permanente del alma. Pero, tarde o temprano, renuncia al cielo y a la tierra, considerándolos incapaces de satisfacer sus necesidades; y ese instante en que se aparta una vez para siempre de lo pasajero, en que afirma claramente su voluntad de no atender sino a lo eterno señala su entrada en el Sendero probatorio. El alma abandona desde entonces el camino llano y sencillo de la evolución normal, para afrontar la escabrosa pendiente que conduce a la cumbre del monte, decidida a sustraerse de la servidumbre de las vidas terrenas y celestes y alcanzar el libre ambiente de la altura.
Annie Besant . La sabiduría antigua .