Tenemos que pensar; es inevitable. Sí, comprendo, señor. ¿Sugiere usted que no deberíamos pensar en
absoluto? Para realizar un trabajo hay que pensar, para ir a su casa tiene usted que pensar; y existe la comunicación verbal, que es el resultado del pensamiento. ¿Qué lugar ocupa, pues, el pensamiento en la vida? El pensamiento tiene que funcionar cuando hacemos algo. Escuche esto, por favor. Para llevar a cabo un trabajo técnico, para funcionar como lo hace la computadora aun cuando no tan eficientemente- el pensamiento es necesario. Lo es para pensar claramente, objetivamente, sin emociones, sin prejuicio, sin opinión; el pensamiento es indispensable para poder actuar con claridad. Pero también sabemos que el pensamiento engendra el miedo, y ese mismo miedo nos impide actuar eficazmente. Por lo tanto, ¿puede uno actuar sin miedo cuando el pensamiento es necesario, y puede éste permanecer quieto cuando no lo es? ¿Entiende usted? ¿Puede uno tener una mente y un corazón que comprendan todo este proceso del temor, del placer, del pensamiento y de la quietud de la mente? ¿Puede uno actuar con reflexión cuando es necesario y no utilizar el pensamiento cuando no lo es? Sin duda todo esto es sencillo, ¿no es así? Esto es, ¿puede la mente estar tan por completo atenta que cuando se halle despierta piense y actúe si es necesario y permanezca despierta en esa acción, sin dormirse y sin trabajar de un modo mecánico? De manera que la cuestión no es si debemos pensar o no, sino cómo mantenernos despiertos. Para permanecer despiertos es indispensable esa profunda comprensión del pensamiento del miedo, del amor, el odio y la soledad; uno tiene que estar del todo comprometido en esta forma de vida tal como uno lo está, pero comprendiéndola completamente. Podemos comprenderla a fondo sólo cuando la mente está por completo despierta, sin distorsión alguna.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .