Joey, soy Dios porque no soy. Y en el momento en que no eres, también
eres Dios. Dios no es algo especial; Dios es nuestro mismo ser, Dios es nuestra misma existencia. Cuando digo que soy Dios, estoy diciendo simplemente que existo. La existencia y Dios son sinónimos en mi lenguaje. Digo que los árboles también son Dios, y también las rocas, y también tú. Sí, Joey, ¡incluso un periodista en un Dios! Puede que no lo sepa. Puede que no seas consciente de tu divinidad. ¡Yo sí soy consciente de ella! Y en el momento en que tomé consciencia de mi divinidad, tomé consciencia de la divinidad de todos los demás. De manera que me resultará difícil decirte cuántos dioses hay. Infinidad..., todos los seres son dioses en diferentes fases de reconocimiento, de realización, de consciencia. Pero entiendo tu problema: Joey es un periodista holandés. Las personas que vienen de Occidente no pueden entender algunas cosas, porque su idea de Dios es la idea muy limitada que les ha dado el cristianismo. Su idea de Dios es una idea muy limitada. En India utilizamos tres palabras para Dios —ninguna otra lengua tiene semejante riqueza, desde luego—, porque hemos estado trabajando con lo interior durante siglos, se han dedicado miles de años a ello. Naturalmente, hemos prestado atención a todas las posibilidades de la existencia de Dios. Es igual a lo que he oído de que los esquimales tienen nueve nombres para la nieve, porque conocen diferentes tipos de nieve. Ninguna otra lengua puede tener nueve palabras para la nieve; nunca encontramos tanto. Ahora bien, Occidente tiene todas las palabras para la ciencia; en Oriente tenemos que acuñar palabras para la terminología científica, no la tenemos. Pero en lo que concierne a la religión, el mundo entero tendrá que seguir a Oriente, porque hemos trabajado en lo profundo del ser interno. Tenemos tres palabras para Dios. La primera es «Brahma». Significa el único, el indiviso, cuando el creador y la creación estaban dormidos el uno en la otra. El cristianismo no tiene ninguna palabra para ello. Dios creó el mundo, dice el cristianismo. De manera que un día, debe de haber sido un lunes, Dios creó el mundo. Igual que la semana laboral comienza el lunes, y Él descansó el domingo, un día de fiesta. Los teólogos han estado buscando una fecha exacta y han descubierto una: cuatro mil cuatro años antes de Jesús, un cierto lunes. Dios creó el mundo. Antes de eso, ¿dónde estaba el mundo? Y antes de eso, ¿dónde estaba Dios? Porque Él no había creado, de modo que no era un creador. Dios significa «el creador». Pero antes de la creación, ¿cómo iba a ser un creador? De manera que la creación estaba latente, potencial, inmanifiesta en el creador. El creador y la creación estaban juntos, eran uno. El cristianismo no tiene una palabra para ello. Nosotros, sí; lo llamamos Brahma. Es el estado en el que el bailarín aún no ha empezado a bailar; la danza y el bailarín son uno. Cuando el bailarín ha empezado a bailar, entonces hay una división. El cantante todavía no ha cantado su canción, la canción está profundamente dormida en el cantante; en el momento en que canta, comienza la división. El pintor, una vez que pinta, está separado de la pintura. La segunda palabra en India es Ishwar. Ishwar significa el creador: la unidad se ha roto en dos, ha surgido la dualidad. Ahora el mundo está separado y el creador está separado. Ahora Brahma, el uno absoluto, se ha convertido en dos. La tercera palabra es Bhagwan*. Significa cualquiera que ha vuelto a ver la unidad: del bailarín y la danza, del pintor y la pintura, del poeta y la poesía, del creador y la creación. A alguien que ha vuelto a ver la unidad, a alguien que ha vuelto a comprender la unidad en su ser, se le llama Bhagwan. Literalmente, la palabra significa «el bienaventurado», no significa Dios. Pero debido a la pobreza de las lenguas occidentales, hay un problema: tienes que traducir Brahma también como «Dios», tienes que traducir «Ishwar» también como «Dios», tienes que traducir Bhagwan también como «Dios». Esto es simplemente una pobreza del lenguaje, nada más. Bhagwan significa literalmente «el bienaventurado». ¿Quién es el bienaventurado? A alguien que ha conocido la unidad de nuevo, a alguien que ha vuelto a alcanzar la fuente original, se le llama Bhagwan. Por eso llamamos Bhagwan a Krishna, y Bhagwan a Buda. Y te sorprenderá saber: Buda nunca creyó en ningún Dios. Ciertamente, Bhagwan no puede significar Dios. Buda nunca creyó en ningún Dios, nunca creyó en ninguna creación o ningún creador. Sin embargo, los budistas le llaman «Bhagwan», «el bienaventurado», porque comprendió. Sea lo que sea la verdad, la llames Dios, el creador, la verdad, el nirvana, la iluminación..., eso no importa. Él comprendió, y en esa comprensión se derramaron bienaventuranzas sobre él. Se convirtió en Bhagwan, el bienaventurado. Ahora bien, esto va a ser un problema constante: declaro que soy el bienaventurado; he visto, esas flores han llovido sobre mí. Al declararme Bhagwan no estoy diciendo que haya creado el mundo, ¡no tomo esa responsabilidad! Al declararme Bhagwan estoy diciendo simplemente que he sido bendecido por la existencia, que la gracia ha descendido a mí: he visto. Y en el momento en que sucede que ves, desapareces, ya no eres. El bienaventurado es alguien que ya no es. Yo no soy, Dios es: ésta es la experiencia que te hace bienaventurado. Ahora bien, hay que comprender la paradoja. El hombre nunca encuentra a Dios, el hombre solo puede disolverse, desaparecer; entonces Dios es: en tu ausencia desciende la presencia de Dios. Toda la labor de la religión no es más que ayudarte a desaparecer como ego. En el momento en que miras dentro de ti y no hay ningún «yo», y no encuentras ningún ego, sino absoluto silencio, absoluto vacío, «con eso se resuelve la cuestión»: eres Dios. No eres Dios contra otros: no es que tú seas Dios y otros no sean Dios. ¡Eres Dios porque entonces solo existe Dios! De manera que no estoy diciendo que yo sea Dios y tú no seas Dios. Al declararme a mí mismo, también os estoy declarando divinos a vosotros, y no solo a vosotros: los animales, los pájaros, los árboles, las rocas, toda la existencia consiste en Dios y nada más. No estoy diciendo que sea más sagrado que vosotros. No estoy diciendo que sea más especial que vosotros. Lo único que estoy diciendo es que he desaparecido, y que en esa desaparición se ha derramado la gracia, ha surgido el éxtasis: me he ido completamente, y me he ido para siempre, y en este espacio que ha quedado no hay nada más que Dios. De hecho, cuando dices «soy», estás diciendo una falsedad, porque no eres. En el momento en que dices «soy», te estás separando de la existencia, y esto es absolutamente falso, una mentira. No estás separado de la existencia, no puedes ser tú mismo aparte de la existencia: no puedes existir ni un solo momento. Ningún hombre es una isla. En el momento en que lo ves, la separación desaparece; de pronto eres uno con los árboles y con las estrellas, y ese momento es el momento de las bienaventuranzas; has llegado a casa.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .