Si la energía vital fluye hacia abajo, es decir, sin estorbo ni obstáculo hacia el

mundo externo, el anima vence sobre el animus; no se desarrolla ninguna Flor Dorada. Si la energía fluye hacia abajo y hacia fuera, tu energía se vuelve reproductiva, sexualmente reproductiva. ¡Un gran fenómeno! Así es como naciste, así es como han nacido todos los demás: Buda, Jesús, Krishna. Si la energía fluye hacia abajo, crea nuevas personas, nuevas formas para encarnar a Dios. Pero la Flor Dorada no florece. Produces a otro: un niño, un hermoso niño; la vida continúa, la vida sigue moviéndose, permanece fluyendo, pero la Flor Dorada no puede florecer de esta manera. ¿Cómo florece la Flor Dorada? Si la energía vital es conducida mediante el proceso del «flujo hacia atrás», es decir, conservada, y haciendo que «suba» en vez de permitir que se disipe, el animus ha salido victorioso. Éstas son las dos posibilidades: la energía que fluye hacia abajo se vuelve sexualidad, la energía que fluye hacia arriba se vuelve espiritualidad. La energía que fluye hacia abajo es reproductiva, la energía que fluye hacia arriba es creativa. La energía que fluye hacia abajo crea nueva vida, la energía que fluye hacia arriba te da a ti un nuevo nacimiento. A eso se refiere Jesús cuando dice: «A menos que vuelvas a nacer» —no de un padre y una madre, sino por tu propio movimiento hacia arriba—, a menos que te conviertas en un dwija, uno que ha nacido dos veces, «no entrarás en mi reino de Dios.» La Flor Dorada está esperando en la cima más alta de tu ser. En el mapa del yoga se le llama sahasrar, el loto de mil y un pétalos. Es el séptimo chakra, en la cabeza. El chakra más bajo es el chakra del sexo, muladhar, y el más alto es el séptimo chakra, sahasrar. Desde el chakra más bajo, la energía va hacia abajo, crea nueva vida. Si se conserva la energía, si se la ayuda a ir hacia arriba, un día llega al sahasrar... y florece la Flor Dorada. Por supuesto, necesita energía. Existe solo como un potencial, como una posibilidad. A menos que haya energía disponible para ella, no llegará a existir. Es como cuando no le das agua a un árbol: el árbol está esperando, no llega el agua. El jugo verde no fluye hacia arriba, ¿cómo van a brotar mil y una flores? Imposible. Permanecerá triste, permanecerá casi moribundo. Será un lento suicidio. Poco a poco, las hojas también se marchitarán, poco a poco las ramas morirán, y por último, las raíces. Necesita un flujo constante de energía hacia arriba. Igual que en un árbol se mueve la savia verde, el hombre también es un árbol. Y esto no es un símbolo nuevo que esté usando, el hombre como árbol; es uno de los símbolos más antiguos. Se ha usado en las escuelas místicas judías: se le llama el Árbol de la Vida. De la misma manera que el budismo ha llegado a su crescendo en el Zen, y el islam en el sufismo, el judaismo ha alcanzado sus cimas supremas en la Cabala. La Cabala dice que el hombre es un árbol, y se requiere mucha energía para que florezcan las flores. Pero recuerda: conservar la energía no significa reprimir la energía. Ahí es donde muchas personas se descaminan. Conservar la energía no significa reprimir. El proceso es absolutamente diferente.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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