Un niño escribió una carta a Dios. Su madre estaba enferma, su padre había muerto
y no tenían dinero; le pedía a Dios cincuenta rupias. En Correos se quedaron perplejos cuando llegó la carta. ¿Qué hacer? ¿Dónde enviarla? Estaba dirigida a Dios. Así que la abrieron. Les dio pena el niño y decidieron reunir algo de dinero y enviárselo. No reunieron lo que el niño pedía, cincuenta rupias, sino cuarenta. Llegó una segunda carta, también dirigida a Dios, y en ella el niño había escrito lo siguiente: «Estimado señor: por favor, la próxima vez mándeme el dinero directamente a mí, no a Correos. Se han cobrado diez rupias de comisión».
Osho . El libro del ego .