En todas las poblaciones siberianas el herrero ocupa un rango social bastante elevado; su oficio

no es considerado como comercial, sino que se trata de una vocación o transmisión hereditaria, que implica, por tanto, secretos de iniciación. Los herreros se hallan bajo la protección de espíritus especiales. En el Signan y otras regiones de Pamir, el arte del forjador se considera como un don del «profeta David», lo que hace que el herrero sea más respetado que el moullah. Pero para ello debe ser puro tanto física como espiritualmente. La forja es venerada como lugar de culto. Donde no existe una casa esoecial para las oraciones o asambleas es la forja la que sirve a tales fines.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

Índice