La casa era grande, no demasiado cómoda, y la habitación daba a un césped que
necesitaba riego dos veces al día porque el sol era muy fuerte para la tierna hierba. Y siempre había pájaros: papagayos, mirlos maina, capuchinos, un gran pájaro moteado de larga cola que acostumbraba venir y picotear las bayas, y también un ave de color amarillo muy brillante que entraba y salía como un relámpago entre las hojas.
Jiddu Krishnamurti . Encuentro Con la Vida .