Todo lo que hagas, tarde o temprano se convertirá en un hábito. En el momento
en que veas que se ha vuelto un hábito, déjalo: ahora es contraproducente, ahora es contrarrevolucionario. Tirará de ti hacia atrás, no te permitirá avanzar. Te mantendrá atado a lo conocido, no te permitirá entrar en lo no programado, lo no explorado, lo no medido. De manera que cuando te deshagas de un hábito no te sientas culpable: «La limpieza debería hacerse sin culpa», y tampoco debería ser dura. Cuando te deshagas de un hábito, no importa lo bueno que haya sido; cuando te deshagas de él no te sientas culpable... No pienses: «Esto me lo enseñó mi madre. Si lo dejo la estoy traicionando.» La gente me escribe cartas: «¿Cómo puedo tomar sannyas? Mis padres me han enseñado a ser un cristiano católico. ¿No estaré traicionándoles?» «Me han criado como mahometano. ¿No será traicionar a las personas que me han enseñado a ser mahometano con tanto amor, con tanto cuidado?» Surge la culpa. Si te sientes fluyendo, libre, siendo católico, no hay necesidad de cambiar. Pero sientes el deseo de cambio. Eso muestra simplemente que te estás sintiendo confinado. Sí, tu madre te enseñó algo que sabía, que le parecía que sería bueno para ti, pero el contexto ha cambiado. Estás viviendo una vida totalmente diferente a la que vivía tu madre. ¿Cómo va a seguir siendo tu maestra para siempre? No te sientas culpable cuando dejes un programa, y no te pongas duro tampoco..., porque éstos son los dos extremos. La gente se siente culpable o se pone muy dura, hostil, enfadada. Ni siquiera hay necesidad de sentirse enfadado, porque la pobre mujer te enseñó lo que sabía y pensaba que sería bueno para ti. Sirvió para algo. De hecho, ¿quién sabe? Si no hubieras sido católico quizá no habrías venido a mí. Te ha traído aquí. De modo que todo lo que ha sucedido en el pasado ha sido usado como un medio para avanzar: siéntete agradecido por ello. No hay necesidad de sentirse culpable, no hay necesidad de sentirse duro. Cuando te deshagas de un programa, deshazte de él igual que te deshaces de tu ropa. Cuando tu cuerpo crece, tu ropa se te queda pequeña. No te sientes culpable porque te estás desprendiendo de los pijamas que te había dado tu madre y que ya no te valen. ¡Tienes que desprenderte de ellos! Y tampoco te sientes enfadado. No necesitas primero pegarles y rociarlos de gasolina y prenderles fuego, y montar semejante alboroto. Tampoco haces eso, porque sabes que han cumplido su propósito.
Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .