Es un nuevo día, y el sol aún tardará más o menos una hora en
levantarse. Está muy oscuro y los árboles se hallan silenciosos a la espera del amanecer, de que el sol asome detrás de los cerros. Debería haber una plegaria para el amanecer. Éste llega muy lentamente, penetrando el mundo en su totalidad. Y aquí, en esta casa tranquila y apartada, rodeada de naranjos y algunas flores, hay una quietud extraordinaria. Todavía los pájaros no han comenzado a cantar su canto matinal. El mundo está dormido, al menos lo está en esta parte de la tierra, lejos de toda civilización, lejos del ruido, de la brutalidad, de la vulgaridad y de la palabrería de los políticos.
Jiddu Krishnamurti . El Último Diario .