Me pregunto si realmente hacemos alguna cosa sólo porque nos guste hacerlo. ¿Sabéis lo que

quiero decir? Amo lo que estoy haciendo; no es que tenga una gran sensación por sentarme en una plataforma y hablar a mucha gente; no es por esto que lo hago. Lo hago porque me gusta, aun cuando no hubiera más que una persona o ninguna. Y si ello crea conflicto ¿qué importa? Al fin y al cabo, ninguno de nosotros quiere que se le moleste. Gustamos crear una plácida posición y vivir en ella cómodamente con nuestras ideas, nuestros maridos, nuestras esposas, nuestros hijos y nuestros dioses. Y viene alguien o algo la vida, una tempestad, un terremoto, una guerra- a sacudirnos. Y reaccionamos, tratamos de construir murallas más fuertes, creamos mayor resistencia para no ser perturbados; y Dios es nuestro último refugio, en el cual esperamos que no habrá más perturbación. Si somos perturbados, y esa perturbación provoca inquietud, ¿qué mal hay en eso? No os estoy forzando para que escuchéis; la puerta está allí, abierta. Lo que estamos tratando de hacer aquí es comprender el conflicto. ¿Y qué hay de malo en estar contra el mundo? Después de todo, el mundo contra el que estamos es el mundo de la respetabilidad, de los innumerables y falsos dioses, iglesias e ideas; estamos contra el odio, la envidia, la codicia y todas esas cosas que hemos inventado para protegernos. Si hacéis eso y ello crea perturbación, ¿qué mal hay en ello?.

Jiddu Krishnamurti . El Estado Creativo de la Mente .

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