Este movimiento de la acción divina es el que ha preparado el nacimiento del hombre

nuevo y es también este movimiento de la acción divina el que lo ha realizado, porque no hay nada, en el orden de las cosas del espíritu, donde no deba presidir el movimiento de la acción divina. Este nacimiento del hombre nuevo ha sido para él como aquel día que Abraham tanto quería ver, lo vio y se alegró (Juan, 8: 56) y eso es también lo que quería dar a entender la palabra del reparador a sus discípulos (Lucas, 10: 24): Yo os aseguro que muchos profetas y reyes han querido ver lo que estáis viendo vosotros y no lo han visto, y oír lo que oís vosotros y no lo han oído, pues, lo mismo que nadie sabe quién es el hijo, nada más que el padre, ni quién es el padre, nada más que el hijo, del mismo modo, nadie sabe quién es el hombre nuevo, nada más que la acción divina, ni quién es la acción divina, nada más que el hombre nuevo, o aquél a quien le haya dado el poder de revelarlo.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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