Es esta dualidad, estos deseos opuestos con sus temores y contradicciones lo que origina el
conflicto. Creo que ello es bastante claro si lo observamos en nosotros mismos. Idéntico patrón se repite una y otra vez no sólo en la vida diaria, sino también en el así llamado vivir religioso entre el cielo y el infierno, lo bueno y lo malo, lo noble y lo innoble, el amor y el odio, etc. Si se me permite sugerirlo, les pido por favor que no escuchen meramente las palabras, sino que se observen a sí mismos en forma no analítica, usando al que les habla como un espejo en el cual ustedes se ven como realmente son, de manera que, al mirar en ese espejo, se den cuenta del funcionamiento de sus propias mentes y corazones. Uno puede ver cómo toda forma de división, separación o contradicción, dentro o fuera de uno mismo, inevitablemente engendra conflicto entre la violencia y la no violencia. Dándonos cuenta de este estado de cosas tal como es en realidad ¿es posible terminar con él no sólo en el nivel superficial de nuestra conciencia, en nuestra vida diaria, sino también hondamente en las mismas raíces de nuestro ser, de manera que no haya contradicción, ni demandas o deseos contrapuestos, ni actividad alguna de la mente dualista y fragmentaria? Ahora bien ¿cómo vamos a hacer esto? Fabricamos un puente entre el “yo” y el “no yo” el “yo” con todas sus ambiciones, impulsos y contradicciones, y el “no yo’ que es lo ideal, que es la fórmula, el concepto. Estamos siempre tratando de construir un puente entre lo que es y lo que debería ser. Y en eso hay contradicción y conflicto y de esa manera desperdiciamos todas nuestras energías. ¿Puede la mente cesar de dividir y quedarse completamente con lo que es? ¿Existe conflicto alguno en la comprensión de lo que es?.
Jiddu Krishnamurti . El vuelo del águila .