La vida es un proceso contradictorio. Por eso no puedo definirme a mí mismo, porque

la definición de hoy no será aplicable mañana. No puedo definirme a mí mismo porque es como definir una nube o un océano o un árbol que crece o un niño. Estoy cambiando constantemente, porque el cambio es el alma misma de la vida. Excepto el cambio, nada es eterno. Estoy comprometido al cambio. El cambio es mi Dios, porque ése es el único fenómeno invariable de la vida. Por eso lo llamo Dios. Todo lo demás cambia: la vida cambia, la muerte cambia..., solo el cambio permanece. Venero el cambio. Lo amo. No puedo definirme a mí mismo de una vez para siempre. Tengo que definirme en cada momento de mi vida; y nunca se sabe lo que va a traer el momento siguiente. Estar conmigo es estar en un flujo constante, en un movimiento constante. Los que no son lo suficientemente atrevidos, tarde o temprano tendrán que retirarse de este viaje que estoy haciendo con vosotros. Los que no son lo suficientemente atrevidos y los que no tienen agallas para aceptar el futuro desconocido y permanecer disponibles a lo desconocido y lo misterioso, y los que tienen prisa por tener un dogma, un sistema de creencias, una filosofía —para poder dejar de crecer, para poder aferrarse al dogma, para poder volverse fanáticos del dogma—, los que están buscando continuamente cierta ortodoxia en la que nada cambiará nunca, éstas son las personas muertas, cobardes. No pueden ser mi gente. Estoy trayéndoos un tipo totalmente diferente de religión. Nunca ha sucedido antes en el mundo. Todas las religiones del mundo creían en la permanencia; yo creo en el cambio. Todas las religiones del mundo eran dogmáticas; yo soy absolutamente no dogmático, antidogmático. Todas las religiones del mundo fueron reducidas a declaraciones filosóficas. Cuando me haya ido, os dejaré un barullo tal que nadie será capaz de reducir verdaderamente lo que estuve diciendo. Nadie será capaz de reducirlo a un dogma. No puedes definirme claramente, no puedes fijarme. No soy una cosa. Soy un río, una nube que está cambiando de forma constantemente. Mi idea de la consistencia está enraizada en este cambio continuo, esta danza dinámica llamada vida. Si, para mí Dios es un bailarín: el movimiento constante, ésa es la belleza de Dios. De hecho, no me gustaría llamar bailarín a Dios, sino la danza misma, porque incluso la palabra «bailarín» sería falsa. Da una idea de cierta entidad. Pero solo danza, solo nube...

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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