No parece que la reencarnación se enseñara de modo que pudiera comprenderse, aunque se encuentran
pasajes que implican una admisión tácita de la idea fundamental, considerando al ser a través de sucesivos nacimientos, así animales como humanos. Chwang-ze nos refiere la historia original e instructiva de un moribundo al que su amigo dice: “El Creador es grande en verdad” ¿Qué hará de ti ahora? ¿Dónde te llevará? ¿Hará de ti el hígado de un ratón o la pata de un insecto? Szelai respondió: Dondequiera que un Padre diga a su hijo que vaya, al este, al oeste, al sur o al norte, el hijo obedece... He aquí un gran fundidor ocupado en fundir el metal. Si el metal se endereza de pronto (en el crisol) y dice “yo quiero ser un (espada parecida al) Moijsh”, el gran fundidor encontraría la cosa seguramente extraña. Pues del mismo modo, si una forma en camino de amoldarse gritara: “Yo quiero ser un hombre, quiero ser un hombre”, el Creador encontraría la cosa con toda seguridad sorprendente. Una vez comprendido que el cielo y la tierra no son sino un vasto crisol y el Creador un gran fundidor, ¿a qué parte podrá obligarnos ir que no nos convenga? Nacemos como de un sueño tranquilo y morimos en calmoso despertar.”.
Annie Besant . La sabiduría antigua .