Pero lo alquimistas, convencidos de trabajar con el concurso e Dios, consideraban a su obra

como un per-feccionaminto de la Naturaleza consentido, si no alentado, por Dbs. Por alejados que estuviesen de los antiguos metalúrgios y forjadores, prolongaban, sin embargo, su actitud frote a la Naturaleza: tanto para el minero arcaico com para el alquimista occidental la Naturaleza es una hieofanía. No solamente está «viva», sino que es divina o, a menos, tiene una dimensión divina. Por otra parte, gracas a esta sacralidad de la Naturaleza —revelada en elaspecto «sutil» de las sustancias—, el alquimista consderaba que podía obtener la Piedra filosofal, agente de ransmutación, tanto como su Elixir de inmortalidad. N hemos de volver sobre la estructura de iniciación e la opus alchymicum. Bastará con recordar que la liberación de la Naturaleza de la Ley del Tiempo iba emparejada con la liberación del alquimista. En la alquimia occidental, sobre todo, la Redención de la Naturaleza implicaba, como Jung ha demostrado, la Redención del hombre por Cristo.

Mircea Eliade . Herreros y alquimistas .

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