Podemos dar una razón muy sencilla y es que las unidades parciales que debemos establecer
incesantemente en nosotros son los intermedios indispensables para que se temple la acción divina antes de penetrar hasta nuestro centro. Y, del mismo modo que la divinidad no se comunica nada más que por sus manifestaciones y por sus poderes, nosotros no podemos parecernos a ella nada más que por las manifestaciones de nuestras facultades y de nuestras virtudes, que son los órganos y los poderes de nuestra alma.
Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .