Freud es el padre; Jung y Adler son solo hijos rebeldes, pequeñas ramas que tratan

de alejarse, de alejarse todo lo que pueden del árbol padre. Pero no pueden ir muy lejos porque en el fondo aún toman su forma del mismo árbol, en el fondo siguen estando unidos. Son reacciones en contra de Freud. Y la razón no es que hayan sido capaces de desarrollar algo muy nuevo; nada por el estilo. Jung es a Freud lo que Judas es a Cristo. Sucede siempre: el discípulo más cercano puede traicionar al maestro muy fácilmente. Judas era el discípulo más cercano de Jesús, el discípulo más inteligente, más culto; más inteligente, más culto que ninguno. De hecho, era más culto que el mismo Jesús; era el más sofisticado. Y por supuesto, esperaba que él sería el segundo: cuando Jesús se haya ido, él será el líder. Estaba muy próximo a Jesús, y naturalmente empezó a surgir en él una envidia y un ego profundos: ¿por qué no podía él ser el primero? ¿Cuánto tiempo tenía que esperar? Y sabe más y es más elocuente que Jesús. Jesús era inculto. Naturalmente, debió de haber empezado a pensar de esta manera, y surgió el conflicto. Debió de haber sido muy egocéntrico. Y esto no es algo que haya sucedido solo una vez, ha sucedido muchas veces. Sucedió con Mahavira: su propio yerno le traicionó; era su discípulo, y luego se fue con otros quinientos discípulos. El propio primo hermano de Buda, Devadatta, le traicionó: trató de asesinar a Buda, de envenenarle. ¿Por qué? Porque Devadatta estaba siempre pensando que él era tan bueno como Buda: «Así que, ¿por qué se respeta tanto a Buda y a mí no? Hemos crecido juntos, hemos sido educados por los mismos profesores, pertenecemos a la misma familia, la misma familia real..., ¿por qué él se ha iluminado y yo soy todavía un discípulo?» Quería declararse iluminado él también. Era por ambición, por envidia, por ego. Y lo mismo sucede con Jung y Adler y otros pocos.

Osho . El Secreto de los Secretos: Charlas sobre el secreto de la Flor Dorada .

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