Nunca insistiríamos bastante en que no ha sido con la repetición de las palabras de

la oración con lo que el hombre nuevo ha llegado a llenarse de estas tranquilas inteligencias que difunden alrededor de ellas la calma y el reposo. Lo ha hecho recogiendo con cuidado todo el fuego de su ser interior que ve que se eleva con una llama pura, viva y ligera que purifica el aire y lo agita suavemente, haciendo que exhale un viento refrescante. Así es como ha llegado a descubrir en él los cuatro ríos del jardín del Edén, subdivididos en estas siete fuentes sacramentales que son los poderes de su alma y que no habrían podido jamás recuperar su actividad natural, si el alma de este hombre nuevo no se hubiese regenerado también y se hubiese ordenado de nuevo por el sacramento de la palabra.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

Índice