«Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, sino que tiene

que estar unido a la cepa, así también vosotros tampoco podéis darlos si no estáis unidos a mí. Yo soy la cepa de la viña y vosotros, los sarmientos. El que mora en mí y yo en él da frutos abundantes, porque no podéis hacer nada sin mí». Es dulce y consolador sentir que nuestra fructificación depende de nuestra adhesión al espíritu y a la palabra, sentir que se debe producir en nosotros un matrimonio real de la palabra con el ser divino y que de él nace este hijo espiritual y este hombre nuevo que nos hace ver las bellas campiñas de la tierra prometida.

Louis-Claude de Saint Martin . El Hombre Nuevo .

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