No debemos pasar por alto la circunstancia de que, en aquellos primeros tiempos, el medio
ambiente producía mucha variedad en el tipo y en la naturaleza del progreso individual. En último término, todas las almas tienen que desarrollar sus poderes por sí mismas; pero el orden en que se desarrollan estos poderes depende de las circunstancias en que se halla colocada el alma. El clima, la fertilidad o esterilidad de la naturaleza, la vida de la montaña o de la llanura, de los bosques interiores o de las costas oceánicas, y otras innumerables circunstancias despertarán a la actividad una serie u otra de energías mentales. Una vida de grandes trabajos, de lucha incesante con la naturaleza, desarrollará poderes muy diferentes de lo que ese desenvolverían en medio de la abundancia exuberante de una isla tropical; ambas series de poderes son necesarias, pues el alma tiene que conquistar todas las regiones de la naturaleza; pero de este modo pueden desarrollarse diferencias sorprendentes aun en las almas de la misma edad, pudiendo aparecer una más adelantada que otra, según que el observador aprecie más los poderes “prácticos” o los “contemplativos” del alma, las energías activas externas o las tranquilas facultades internas de meditación. El alma perfeccionada lo posee todos; pero el alma en progreso tiene que desarrollarlos sucesivamente, y esto da lugar a otra de las causas de la inmensa variedad que se encuentra en los seres humanos.
Annie Besant . La sabiduría antigua .