Las heterodoxas teorías del general Pleasonton vienen a corroborar las enseñanzas cabalísticas. Según este experimentador

(cuyas conclusiones se apoyan en hechos mucho más sólidos que los aducidos por la ciencia ortodoxa), el espacio comprendido entre el sol y la tierra está ocupado por un medio transmisor de naturaleza física (42). El enorme roce de la luz al atravesar este medio ha de producir necesariamente electricidad que, transmutada en magnetismo, engendra las enormes fuerzas naturales cuya acción determina las variaciones de la vida planetaria. Demuestra Pleasonton que el calor terrestre no deriva directamente del sol, porque el calor asciende. Dice que por ser la fuerza productora del calor repelente y electro-positiva, queda atraída por la electricidad negativa de las capas superiores de la atmósfera. Aduce en prueba de ello que cuando la nieve cubre el suelo y estorba la acción de los rayos del sol, está más caliente en los puntos donde mayor es la capa de nieve, a causa de que elcalor electro-positivo irradiante del interior del globo queda atraído por la electricidad negativa de la nieve. De todo esto concluye Pleasonton que la luz es un elemento independiente del sol, creado por el divino fiat, cuyo roce con el medio de transmisión engendra el calor (43). Afirma por otra parte, contra la hipótesis de la constitución gaseosa e incandescente del sol, que las irradiaciones de la fotoesfera producen enormes cantidades de electricidad y magnetismo al atravesar el espacio, de suerte que la combinación de electricidades contrarias engendra calor y transmite el magnetismo a todas las substancias capaces de recibirlo. Así, cada astro y cada nebulosa es un imán. Si Pleasonton evidenciara esta su hipótesis, no les quedarían a las futuras generaciones muchas ganas de burlarse de la luz sideral de Paracelso ni de su doctrina de las magnéticas influencias ejercidas por los astros en animales, vegetales y minerales (44).

H.P. Blavatsky . Isis sin Velo. Tomo 1 .

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