La última cualidad mental, el equilibrio, se desenvuelve en cierta medida, sin necesidad de esfuerzo
consciente, mientras el aspirante trabaja en la adquisición de las cinco anteriores. El mero hecho de querer seguir el sendero indica que la naturaleza superior comienza a desplegarse y que el mundo externo definitivamente se relega a segundo término. Después, los sostenidos esfuerzos ejecutados para dirigir la vida más conveniente al discípulo, viene a desatar poco a poco el alma de todos los lazos que la atan todavía a la vida de los sentidos. A medida que el alma aparta su atención de los objetos inferiores, disminuye la atracción que éstos ejercen sobre ella. “Cuando es austero el morador del cuerpo, los objetos de los sentidos se desvanecen” y pierden enseguida todo el poder de producir el desequilibrio. Aprende, pues, el discípulo a moverse, serenamente impasible, entre los objetos de los sentidos, no teniendo ni deseo ni aversión por ellos. —Los disturbios intelectuales de toda suerte, las alternativas de alegría y sufrimiento mental por medio de las bruscas alteraciones introducidas en su vida por los cuidados siempre vigilantes de su Maestro, todas estas vicisitudes contribuyen a la fortificación de la preciosa virtud del equilibrio en el aspirante.
Annie Besant . La sabiduría antigua .